Ni devaluación ni congelamiento: la promesa de Sergio Massa a empresarios

El ministro busca una tregua de precios pactada, de 120 días. El secretario Matías Tombolini, mientras tanto, negocia con los supermercados. Igual, informes de Wall Street especulan con una devaluación durante el Mundial.


Por Marcelo Bonelli para Clarín.

Matías Tombolini fue a fondo: “Mirá que si no arreglás, los que vienen atrás nuestro son peores”. Enfrente estaba el capo de una multi. Ya habían pasado por su despacho varios bravos CEO de firmas de la alimentación. El cuco que muestra Tombolini es Cristina y Kicillof. El secretario esperaba su momento para recordarlo: “Mirá, hace un año tenías a Feletti congelando todo en forma unilateral”.

El último lunes hubo una cumbre de formadores de precios. Fue hermética. El miércoles los capos de Copal volvieron a reunirse en un duro cónclave. Bronca. Fastidio. Decepción. Daniel Funes del Rioja contragolpeó: “Son las estrategias que fracasaron siempre”.

El jefe de la UIA sobreactuó. En ambas reuniones había tenido críticas de los empresarios por su parsimonia frente a la ofensiva oficial. “Saquemos un documento”, exigían los capitostes. Funes tuvo que acompañar. La redacción quedó a cargo del delegado de Pepsico, Diego Hekimian, y Cecilia Rena, de Arcor. Ambos lideran la Comisión de Asuntos Institucionales de Copal: el texto que elaboraron era durísimo.

Acusaba al Gobierno de insistir con políticas que fracasaron. Hablaba de que la inflación es culpa de la Casa Rosada y ponía énfasis en una cuestión: un rechazo rotundo a un congelamiento de precios. Sergio Massa, esa misma tarde del miércoles, habló con Funes. “Isidorito” –como le dicen al jefe de la UIA- aceptó la invitación y la reunión frenó la declaración de Copal.

Massa estuvo este jueves con Funes y Rodolfo Daer en Economía. La reunión fue al mediodía y larga. El ministro lo recibió con un compromiso: “Olvidate, acá no va haber congelamiento”. Después hubo reproches mutuos y Massa precisó: “Queremos una tregua pactada de 120 días”. Funes puso el grito en el cielo por los insumos. Habló del peligro de una eventual devaluación. Massa lo cortó en seco: “Olvidate de eso”. El ministro dijo: “Ustedes fijan precios y yo les garantizo el dólar a 160 pesos”.

Este jueves se suspendió el documento de Copal. Hubiera sido una declaración de guerra. Pero Tombolini no paró: envió a unas 40 empresas, una lista de productos para congelar sus precios. Incluye una lista de deseos incumplibles. Un jefe industrial exclamó: “Esto parece una carta a Papá Noel”.

Comercio amenaza y dice que ya logró un acuerdo con supermercados. Los menciona: Coto, Carrefour, Chango Más y Maxiconsumo. El convenio es fuerte: prohíbe que los súper acepten listas de alimentos con aumentos superiores al 4 %. Los súper ya ejecutaron la cláusula.

Cristina Kirchner reaparecerá este viernes y tirará un bombazo contra las formadores de precios. Ella exige un congelamiento total y acusa a las multi de ganar mucho con la inflación. En la UOM –dicen- Cristina expondrá su predilecto relato conspirativo: que los industriales remarcan a mansalva porque son hombres malos que quieren perjudicar su proyecto político.

Son delirios que elucubra con Axel Kicillof. Ambos creen –no se sabe por qué- que reeditar los fracasos del 2014 sería ahora un éxito. Cristina heredó de Néstor una inflación de un dígito: la pésima gestión inicial de Guillermo Moreno y la mala, después, de Axel, terminaron con una remarcación al 30 %.

​Ambos –Moreno y Axel– fueron coleccionistas de fracasos: no los salvó ni los inmorales dibujos del Indec. Massa tiene confianza en cerrar la tregua de precios. Economía desafía y dice que ya hay 13 firmas líderes adentro. Que están por cerrar con 14 y negocian con otras nueve.

Pero el problema de estos parches es que los costos siguen aumentando. El propio acuerdo con el FMI los exige: este jueves se aprobó el ajuste de tarifas, las tasas están en el infinito y el dólar arriba del 6 % mensual .

Los maxi aumentos salariales dan una ilusión a los sindicatos. Pero las paritarias al 100 % le ponen un nuevo piso a la inflación.

La voz de Wall Street

Los hombres de negocios de Wall Street están a la expectativa. Para los inversores el aquelarre político –en ambas fuerzas– le agrega incertidumbre y todo va a precios.

Los informes confidenciales se mofan de la Argentina. Son trabajos de UBS y Morgan Stanley. Esos informes están llenos de preconceptos y muchas veces los elaboran aprendices de brujo con poco conocimiento. Pero son influyentes. Esos textos hablan de la “patética” política argentina.

En Manhattan afirman que Cristina le torcerá la mano a Alberto y bloqueará la quimera de su reelección. La vice repite: “No se puede ser tan pelotudo”. Alberto la acusa de tener “delirios” y vincula todo con alucinaciones.

Cristina quiere posicionar como presidenciables a sus hijos de la política: Kicillof y Wado de Pedro. Kicillof no quiere saber nada. Y le tira el sayo a Cristina: “A mí me gustaría que Cristina sea candidata a la Presidencia”. Ambos saben que pierden. Ambos se refugiarán en la provincia de Buenos Aires. Ya es cosa juzgada.

Esos documentos también se ocupan de la oposición. Afirman que Juntos tienen tantos candidatos que al final no tiene liderazgo. Después de las últimas amenazas de Patricia, insisten en que parecen Titanes en el Ring: todos contra todos.

Los trabajos de Manhattan también hablan del futuro inmediato: no creen que el dólar oficial llegue a marzo. Sus cálculos dicen que los dólares que acumuló el BCRA van a alcanzar hasta febrero. Especulan con una devaluación. Hablan de «dólar Messi” a 220: osados, insisten en que habría una devaluación entre el 20 de noviembre y el 15 de diciembre. Durante el Mundial de Qatar.

Massa ya contragolpeó: “Ustedes están locos. No vamos a devaluar”.

​El tema se discutió en un íntimo encuentro del equipo económico. Estaban Leo Madcur, Lisandro Cleri, Guillermo Michel y Gabriel Rubinstein. Así lo dijo el ministro: “Los que dicen que vamos a devaluar se van a comer otra mano”. Massa sobreactúa: “Ya dijeron que asumía y devaluaba. Y aquí estamos”. Y concluye: “Están de agite”.

​Necesidad de dólares

​Pero la situación está caliente. El BCRA pierde todos los días reservas. Massa –la semana próxima– viajará a firmar el acuerdo del Club de París. El nuevo convenio deja maltrechos a Axel y a Martín Guzmán. Massa obtuvo mejoras en las condiciones de pago.

También logró reducir la tasa de interés a casi un tercio de la que aceptó Kicillof, que fue la homérica del 9%. Eso generó cortocircuitos. Axel vendió un acuerdo exitoso y fue todo concesión: el pacto fue tan bochornoso que nunca se difundió. Tampoco lo hizo –en su momento- ninguno de los tres ministros del gobierno de Cambiemos: Kicillof habría incluido deudas en el acuerdo del 2014 que benefició a empresas y bancos privados.

EE.UU. influyó mucho para acordar con el Club de París. El respaldo de Washington se canaliza a través de Jake Sullivan (consejero de Seguridad) y Juan González (encargado de América Latina).

Ambos ya habían logrado una cuestión: que el BID emita un informe económico de Argentina que habilita el acceso a créditos para fortalecer reservas. Ese paper estaba atrasado hace seis años. Washington –el FMI – quiere evitar que Argentina caiga al abismo.

​El Comando Electoral del Ejército –que custodia los comicios- se reunió en secreto en julio para “trabajar” en un eventual anticipo de elecciones para este diciembre. La idea quedó descartada, pero refleja lo delicado de la situación.

Todos lo reconocen, menos en el Frente de Todos: sus máximos líderes, con sus peleas, siguen en la cubierta del Titanic.

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